La
Moral y la Ética tienen una procedencia semántica similar. Ética viene del
griego ethos
(costumbre) y moral viene del latín mos
(costumbre). Etimológicamente ambas estudian el valor
de las costumbres del hombre.
Modernamente,
por Ética se entiende la ciencia que estudia la rectitud de la conducta humana
respecto a unas normas justas y pertenece al ámbito de la Filosofía. La Moral
se refiere a la buena conducta según las diferentes religiones. Su estudio lo
realiza la Teología. Actualmente se usan indistintamente: moral social, ética
cristiana, etc.
Ambas
ciencias no coinciden plenamente, sino que difieren conceptualmente, porque la
ética filosófica se centra en el recto proceder del comportamiento humano
obtenido de unos principios que se deducen por la razón, y la moral cristiana
se fundamenta en la Sagrada Escritura, en la Tradición y en la interpretación
que hace el Magisterio de la Iglesia de la Revelación divina. Concretamente, la
moral cristiana es una ciencia teológica que trata de los actos humanos en
orden a conseguir el fin último sobrenatural, según lo revelado por Dios.
Ambas ciencias se
distinguen, pero no se contradicen, sino que se prestan mutuo apoyo (como Dios
es el Autor de ambas, no puede haber contradicción).
La
Filosofía cede a la Teología su visión del hombre y su comportamiento moral.
En cambio la Teología ofrece a la Ética filosófica un conocimiento más claro
de la dignidad humana, ya que ilumina los principios morales que rigen el modo
de actuar, apoyándose en la Revelación y en la vida de Jesús.
En
consecuencia, sistemas éticos que sólo se basan en la razón están sometidos al
vaivén del pensamiento humano en el curso de la Historia.
·
Del concepto del hombre se deduce su conducta
moral. Rasgos de la antropología cristiana
La conducta moral del
ser humano se deduce de las nociones de la antropología y la ética. En
consecuencia, la conducta humana viene condicionada por la visión que se tenga
del hombre. Por ello, se llegará a diferentes éticas según la determinada visión
del hombre que se tenga.
Así,
ni se puede caer en una visión en la que el hombre es únicamente animal
(sociobiologismo, moral de placer, etc.), ni únicamente espíritu (moral
angélica, basada en principios que sólo favorecen la vida espiritualista).
Comparada
con otras antropologías humanistas la concepción cristiana del hombre tiene
unos principios comunes. El más clave es la concepción del alma de la que cabe
destacar:
a) su diferencia esencial con los animales;
b) que
la sostienen tanto el pensamiento occidental como el oriental;
c) en
último término, que existe en el hombre un plus
en su actividad cognoscitiva que no es reducible
al intelecto animal: es el alma racional.
·
Dimensión
social del hombreDesde antiguo, los griegos decían que el hombre era un animal social. Esa concepción es recogida también en la actualidad: además de persona es un ser social. La sociabilidad es un rasgo característico de su naturaleza. La persona humana necesita la vida social. Esta no constituye para ella algo sobreañadido, sino una exigencia de su naturaleza. Por el intercambio con otros, la reciprocidad de servicios y el diálogo con sus hermanos, el hombre desarrolla sus capacidades. Y tal sociabilidad se desarrolla en la relación del hombre con los demás. En consecuencia, la moral no sólo hace referencia a los derechos y deberes del hombre como individuo, sino también como elemento social. La profunda y rápida transformación de la vida exige con suma urgencia que no haya nadie que, por despreocupación frente a la realidad o por pura inercia, se conforme con una ética meramente individualista. El deber de justicia y caridad se cumplen cada vez más, contribuyendo cada uno al bien según la propia capacidad y necesidad ajena, promoviendo y ayudando a las instituciones, así públicas como privadas, que sirven para mejorar las condiciones de vida del hombre. Por esto hay que superar una ética individualista.
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